Relaciones sanas: ¿Qué son y cómo enseñarles a los adolescentes a formarlas?
Entendamos qué son y cómo relacionarnos de manera sana con nuestro entorno
Tiempo de lectura 2 min
Una relación sana es aquella en la que todas las personas involucradas ponen de su parte para que las cosas sean felices, respetuosas, solidarias y justas. En las relaciones sanas, las personas implicadas comparten el poder y la responsabilidad, en lugar de intentar conseguir o mantener todo o la mayor parte para sí mismas/os.
En una relación sana, cada una/o pone de su parte. Eso es gran parte de lo que hace que las relaciones sean un «nosotras/os» y no solo un «yo» o un «tú».
Como cuidadores debemos promover las relaciones sanas en nuestros hijos e hijas
Pero… ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos/as a formar relaciones sanas? Aquí algunos pilares para compartir con ellos y ellas:
- Comunicación: Decir honestamente lo que queremos, necesitamos y sentimos. Escuchar lo que la otra persona dice que quiere, necesita y siente. A medida que la relación crece y cambia, seguimos hablando abiertamente tanto de las cosas buenas como de las difíciles. Cuando hay un conflicto, lo resolvemos de forma amable, cariñosa y respetuosa, hablando desde el respeto. Nos centramos en el problema y en el cuidado del otro en lugar de «ganar» una discusión o una pelea.
- Respeto de los límites: Los límites son las líneas invisibles que trazamos entre nosotros y otras personas para tener el espacio que necesitamos para ser nosotras/os mismas/os, separados de la relación. En una relación sana, las personas respetan los límites del otro. Nadie presiona ni intenta romper los límites de nadie.
- No actuar precipitadamente: Cuando hay emociones involucradas, podemos actuar de manera impulsiva o sin pensarlo tanto. Es importante tomarse un espacio y tiempo, si es necesario, para abordar temas principales y actuar desde el respeto.
- Somos flexibles: Entendemos que las personas, así como uno mismo, cambian. Eso significa que las relaciones también suelen cambiar, tanto en lo pequeño como en lo grande, y lo aceptamos.
- Cada una/o de nosotras/os puede ser su propia persona: Tenemos intereses y gustos distintos. Por ello, es fundamental respetar la individualidad de cada persona y relacionarse desde ello. No podemos forzar a la otra persona que haga todo tal cual uno quiere. De lo contrario, puede generar rechazo.
- Confiamos en la otra persona: Cuando confiamos, creemos en sus sentimientos y acciones. Sentimos que nuestros pensamientos y sentimientos privados están a salvo con la otra persona. Sentimos que podemos depender el uno del otro en los momentos difíciles. Si sentimos desconfianza, trabajamos para construir la confianza en lugar de buscar el control.
- Nos preocupamos por la otra persona: Cada una/o quiere que la otra persona se sienta segura, feliz y comprendida en la relación. Si alguien se siente asustada/o, infeliz o estresada/o por la relación, lo tomamos como una señal de que algo tiene que cambiar.
Te dejamos un video de nuestra especialista para que conozcas un poco más sobre las relaciones sanas y cómo fomentarlas en nuestros hijos e hijas.